Las moscas muertas hacen heder y dar mal olor al perfume del perfumista; así una pequeña locura, al que es estimado como sabio y honorable.
Eclesiastés 10:1 – RVR60
Este es un escrito arriesgado. Para el creyente la forma de vivir demanda fidelidad y santidad. El pasaje utiliza como ilustración el arte de hacer perfumes de esa época para enseñarnos lo delicado de mantener una buena reputación. Leamos este mismo versículo en otra versión (NTV):
Así como las moscas muertas apestan todo un frasco de perfume, una pizca de necedad arruina gran sabiduría y honor.
Una pequeña mosca puede echar a perder un costoso perfume. Las moscas muertas malogran el perfume porque, al descomponerse, liberan bacterias y sustancias químicas que provocan putrefacción. Esta es la idea que intenta transmitir el texto bíblico con esta poderosa metáfora. Meditando en este pasaje pensaba que hasta cierto punto parece injusto que luego de construir por años con esfuerzo una buena reputación, honorabilidad y ser reconocido como una persona respetable, todo pueda derrumbarse en cuestión de segundos.
La Biblia utiliza mucho la figura de “olor” o fragancia para ilustrar la relación con Dios y la relación entre los individuos. El libro de Eclesiastés no es la excepción. Es un libro franco y directo. Pese a haber sido escrito hace siglos y en un tono crítico y escéptico —incluso, según algunos, desde una crisis existencial— este texto revela una realidad que sigue vigente en la sociedad actual.
Un pequeño momento de necedad, un mal comentario, una mirada inapropiada, un chat fuera de lugar, un like, una reacción ofensiva de cuestión de segundos, en fin, una locura evidencia que el testimonio y la reputación son frágiles. Quedamos marcados cuando actuamos así, perdiendo credibilidad y autoridad; en ocasiones incluso el empleo y empañando la hoja de vida. Nos privamos de paz y, en algunos casos, llegamos a poner en riesgo la estabilidad familiar. En este mundo el amable chofer que toda su vida ha sido un buen conductor, pero un mal día agrede a uno de sus pasajeros, o el líder ministerial que envía una foto inapropiada e inmoral al grupo de WhatsApp equivocado – evidenciando muchas moscas ocultas- terminan apestando. A todo esto, agreguémoslo lo fácil que es quedar registrado hoy día por un teléfono celular y convertirse en tendencia imborrable en la memoria de muchos usuarios de internet. Pareciera que, a mayor reputación, mayores consecuencias que pagar al cometer una locura.
Hace poco leí en las noticias sobre el caso —y la posterior confesión— de una figura ministerial en Norteamérica que llevaba una doble vida en todo el sentido de la palabra, situación que se había mantenido oculta por casi dos décadas. Es realmente lamentable cuando ocurren este tipo de situaciones. La Iglesia pierde. Sin importar si fueron fruto de una vida de decisiones equivocadas que finalmente salieron a la luz, o si se trataron de acciones impulsivas cometidas en un momento de descontrol, lo cierto es que dejan una marca casi permanente en la vida de quien las comete. Como si a un buen perfume le hubieran caído moscas: lo arruinan por completo.
Ahora bien, tengamos algo claro: el pasaje no nos invita a vivir en un estado de perfección intachable y robótica, pero sí procurar cuidar las decisiones que tomamos para esparcir un aroma agradable con esencias de sabiduría y ética. Podemos caer y fallar, y por la misericordia de Dios ser perdonados y restaurados, no obstante, a veces algo se pierde, algo ya no vuelve a ser igual. Ante este panorama ¿cómo podemos vivir sin pensar que mañana perderemos el esfuerzo de años de andar en integridad? ¿Cómo conducirnos de tal forma que nunca olamos mal por una reacción alocada? La respuesta es que sencillamente no podemos. No en nuestras capacidades.
Vivir con sabiduría únicamente es posible con la ayuda y poder del Espíritu Santo. La Biblia nos invita a depender de él en momentos de debilidad y en los que la locura parece ser la única respuesta. El Señor tiene todo el poder y la capacidad para ayudarnos en momentos así y guardarnos de reaccionar mal (Hebreos 2:18). Realmente, solo cuando la persona decide rendir su vida completamente a Jesucristo por fe, aceptándole como Dueño y Salvador personal, puede empezar a caminar poco a poco hasta ser cada día más sabio.
En mi país y en gran parte de Latinoamérica, la astucia y la ‘viveza’ suelen ser admiradas; sin embargo, la sabiduría que proviene de seguir a Jesús es superior. El adorado “juega vivo” siempre es rodeado de moscas con alta probabilidad de terminar apestando, en cambio, la sabiduría emana un aroma exquisito.

No es solo un asunto de oler bien en lo que se refiere a buen testimonio sino de oler como Cristo. El creyente no solo vive íntegro, sino que busca contagiar a otros; así lo expresa la segunda carta a los Corintios (2 Co. 2:14):
Pero, ¡gracias a Dios que siempre nos lleva en el desfile victorioso de Cristo! y dondequiera que vamos nos usa para hablar a otros y para esparcir el evangelio como perfume fragante.
Solo con la ayuda del Señor evitaremos perseguir un estándar de conducta inalcanzable y que pudiera terminar convirtiéndose en un ídolo inconsciente, o tal vez, llenándonos de temor para tomar decisiones por miedo al qué dirán mañana. Es pertinente preguntarnos ¿qué “moscas muertas” necesitamos remover de nuestras vidas hoy para preservar la fragancia del testimonio?
El pecado a nivel de locura que menciona Eclesiastés solo es posible evitarlo si centramos nuestra mirada en el Señor, solo así, de forma sobrenatural, nuestro carácter emanará una fragancia agradable. Leamos Eclesiastés con Cristo en mente. El propósito es impregnar vida y esperanza a nuestro alrededor. Aromatizar con amor y bendición a los demás. Amigos, que el Señor nos ayude a oler bien y nunca apestar.


Excelente tema, muy profundo, desafiante a vivir en santidad contagiar ese buen aroma de Cristo. El Espíritu Santo es quién nos recuerda por la Palabra escrita la importancia de permanecer dependiendo de su gracia y no en nuestras fuerzas que son débiles. Gracias hnos. Ivelice y Amilcar.
Así es, María Elena. Es todo un desafío, alcanzable con la ayuda del Espíritu, el vivir con sabiduría cada día.
¡Saludos!
Buenísimo 👏 Gracias por confrontar.
Mil gracias por leernos Nairoby.
Un abrazo, bendiciones.
El Señor siempre nos recuerda el camino por el que debemos ir.
Gracias por contagiarme, amiga.💜
Gracias a ti, Débora.
¡Bendiciones!