Engañosa es la gracia y vana la hermosura ¿cierto? (Proverbios 31:30). A Samuel Dios le dijo “no mires su parecer, ni lo grande de su estatura” (1 Samuel 16:7). La realidad que Dios quiere enseñarnos es que nosotros, los seres humanos, nos dejamos llevar por lo que vemos. Lastimosamente, entre más inmaduros somos, más le damos importancia a las apariencias.
¿Cuántos nos atrevemos a admitir que, a la hora de elegir pareja, gobernantes, amigos e incluso al juzgar nuestro propio valor o santidad, recurrimos a las apariencias? Después de reconocer nuestra debilidad, podemos recurrir a la palabra de Dios porque es la más idónea para mostrarnos lo que realmente es hermoso.
¿No crees que es más bello escuchar la instrucción de tu padre, y no despreciar la dirección de tu madre, que son como adornos de gracia en la cabeza y collares en el cuello? (Proverbios 1:8-9). ¿Acaso piensas que recibir una reprensión con oído dócil es como llevar un arete de oro y joyas finas? (Proverbios 25:12). Seguramente, la próxima vez que te llamen la atención no volverás a enojarte, ¿o acaso rechazarías un arete de oro como presente?
Probablemente, Pedro pensaba que una dama con carácter agradable, manso y dulce era más bella que una mujer con vestidos ostentosos, adornos de oro y atuendos lujosos (1 Pedro 3:1-6). Seguramente, Pablo consideraba que las buenas obras son más hermosas que el oro y las piedras preciosas (1 Timoteo 2:10-11).
¡Espero que no creas que estos son solamente consejos para chicas! porque todos los creyentes somos la hermosa novia de Cristo. Jesús quiere santificarnos, purificarnos por medio de su palabra, para poder presentarnos como una iglesia gloriosa, santa y sin mancha (Efesios 5: 26-27). En aquel día, como el estruendo de las muchas aguas y la voz de grandes truenos, el cielo cantará “Gocémonos y alegrémonos y démosle gloria; porque han llegado las bodas del Cordero, y su esposa se ha preparado. Y a ella se le ha concedido que se vista de lino fino, limpio y resplandeciente; porque el lino fino es las acciones justas de los santos” (Apocalipsis 19: 6-8).
Cristiano, el Señor te ha vestido con vestiduras de salvación, te rodeó de un manto de justicia, te atavió como a novio, y como a novia con sus joyas (Isaías 61:10). Procura vestirte como un escogido de Dios, santo y amado, de entrañable misericordia, benignidad, humildad, mansedumbre y paciencia (Colosenses 3:11-13). Cuando estábamos muertos en nuestros pecados, el Señor hizo un pacto con nosotros y nos hizo suyos, nos vistió de bordados, nos ciñó con lino, nos ungió con aceite y nos cubrió de seda. Dios puso en nuestras muñecas brazaletes, collares en nuestro cuello y nariz, aretes en nuestras orejas y una diadema en nuestra cabeza, toda nuestra belleza proviene de Él (Ezequiel 16:11-12).
Procuremos no ensuciar lo que el Señor puso en nosotros, el llamado que nos dio, el bello atuendo con el que nos vistió. No ignoremos sus reprensiones, abandonemos el mundo, el pecado, y la maldad. El Señor nos perdona cuando nos arrepentimos y procuramos volver a él.
No olvides que no son solamente bellos atuendos los que vestimos, sino armaduras de batalla. En los pies llevamos el apresto del evangelio, en nuestras manos un escudo de fe, nuestros lomos están ceñidos con la verdad, nuestro cuerpo cubierto con una coraza de justicia y nuestra mente con un yelmo de salvación (Efesios 6:10-17).
Podemos concluir que son muy variados los atuendos que tenemos a nuestra disposición. No hay discusión en que uno de los mejores es haber sido revestidos de Cristo (Gálatas 3:23-28). ¡Sonríe! al recordarte que nuestro Dios vino a darnos gloria en lugar de cenizas, óleo de gozo en lugar de luto, mantos de alegría en lugar de espíritu angustiado (Isaías 61:3). No dejes de pelear la buena batalla, en su venida recibirás la corona de justicia que prometió a los que aman su venida (2 Timoteo 4:8), resiste la tentación y recibirás una corona de vida (Santiago 1:12), exhorta a tus hermanos a ser más como Jesús para que también la gloria de Dios en ellos sean tu corona cuando él vuelva (1 Tesalonicenses 2:19). La ropa, zapatillas y accesorios que tenemos hoy son temporales, pero estas bellas prendas espirituales ciertamente serán eternas.
Autora Invitada: Ivanova Ruiloba
Ivanova es una joven cristiana que inicio sus pasos en la fe en el 2017. Es Ingeniera en Alimentos y actualmente estudia Nutrición y Dietética. A sus 26 años, cinco años después de su conversión, comparte con el mundo los tesoros que ha encontrado en la palabra de Dios con el único objetivo de glorificarle en todos los aspectos de su vida.
También queremos destacar que presentamos con mucha alegría este artículo y a ella como autora, ya que es la ganadora del primer concurso de escritura en celebración del segundo aniversario del blog.