Capítulo 1 / Texto: Génesis 3.
Es otro día más, en donde se respira tranquilidad y frescura dentro del huerto en Edén. Mientras Eva se pasea con libertad entre los árboles del huerto, sin saberlo, está siendo observada con detenimiento; seguramente ya han sido estudiados cuidadosamente tanto ella como su compañero, esta pareja ha sido objeto de una planificación astuta y diabólicamente diseñada. Esta mañana será trágicamente distinta, se dará una conversación que marcará para siempre la historia, la historia suya y mía. Sin entrar tecnicismos antropológicos ni polémicas exegéticas, mantengámonos entre los arbustos escuchando y observando con cuidado la escena a continuación.
¿Conque Dios os ha dicho: No comáis de todo árbol del huerto? (3.1). Cuál podría ser el tono de esa pregunta, seguramente sutil, pero a la vez lleno de cizaña, elegante, pero con matices de veneno, puede que similar a cuando la tentación habla a nuestro corazón. La conversación arranca con la serpiente vendiendo verdad, pero a medias; si recordamos la instrucción dada por Dios (2.16) es todo lo contrario. No es más que el origen de la clásica mentira de hacer ver los mandatos divinos como restricciones aburridas. Eva refuta bien este primer ataque (3:2-3) ya que se ciñe a lo dicho por Dios (2.17). Ante esto la serpiente contraataca con su mentira más evidente, y que contradice directamente la palabra dada por Dios: no morirás (3.4) e inmediatamente procede a describir un panorama distinto al que ya Eva había sido prevenida y ¡ella lo acaba de citar! El pecado nunca se ve feo; luego Eva entra en un proceso de consideración si era bueno comer del árbol (v.6) o no, y con este dudar ya el 60% del objetivo de la serpiente estaba alcanzado. Eva cae.
La desobediencia de la mujer no fue solo a Dios sino también al liderazgo de Adán, quien era el encargado del huerto. Adán aparece en escena, y come también del fruto, actuando sin carácter ni cordura. Adán cae. Luego al darse cuenta de lo que habían hecho, su primera reacción es entrar al oficio de la sastrería y esconderse; pasaron de la paz, armonía y libertad, a la culpa, vergüenza y esclavitud. Esconderse de Dios y su presencia es absurdo.
Dios los cuestiona: dónde estás tú. La pregunta es retórica y confrontante, a la vez, de gracia y cuidado; lejos de “no saber” Dios dónde estaba Adán, realmente, Adán no sabía dónde estaba él ahora: muerto espiritualmente, había pecado y estaba separado de Dios. El pecado trajo juicio y este a su vez un efecto macro que impacta todo lo creado, nos impacta a usted y a mí. Volviendo a la confrontación, es una pregunta espiritual y no geográfica. Jehová Dios le pide cuentas al varón porque era el responsable, el líder de ese matrimonio, quien había recibido la instrucción para enseñar a su familia (2:16-17). Adán no fue víctima de Eva ni ella de la serpiente. Estas preguntas son igual de válidas para nosotros hoy, son preguntas de cuidado y sanidad: ¿Dónde estoy yo frente a Dios? ¿Qué estoy haciendo?
Si dibujaremos las respuestas de Adán y Eva ante la confrontación del Señor, junto con el castigo y consecuencias de lo sucedido podríamos obtener algo como esto:
Como lo muestra el diagrama las consecuencias fueron desastrosas y nos afectan a nosotros hoy día, así como a la creación entera. Perversión, maldición, dolor y frustración fue el resultado. En un evento hace unos años escuché a un teólogo decir que el pecado del hombre no fue el comer del fruto prohibido, sino dejar que un animal le diga lo que tiene que hacer; definitivamente la serpiente fue usada por Satanás para separar al hombre de Dios y a su vez quedarse con el hashtag de símbolo de engaño espiritual en la mayor parte del texto bíblico (Mt. 23:33; 2 Co. 11:3; Ap. 12:9, 14-15, 20:2). Al final de cuentas, la desobediencia de Adán y Eva se traduce en no obedecer el mandato divino, y como consecuencia estamos ahora todos separados de Dios.
No obstante, frente a este suceso histórico que parece irreparable, el texto de Génesis (3.15) nos muestra un rayo de esperanza y misericordia, una promesa de victoria a futuro para Eva (sus descendientes) en medio del castigo y el fracaso:
Y pondré enemistad entre ti y la mujer, y entre tu simiente y la simiente suya; ésta te herirá en la cabeza, y tú le herirás en el calcañar.
Este pasaje nos recuerda al menos tres verdades importantes. Primeramente, la tentación del pecado tiene más poder si estamos a solas – sin acompañamiento y amistades que cuiden de nosotros – en este caso se presenta en la primera pareja, pero aplica para las relaciones en general. Segundo, los roles y responsabilidades dadas por el Señor tanto al hombre como a la mujer son asuntos de suma importancia, el pasaje nos muestra qué sucede cuando decidimos redefinirlos. Y tercero, cuando el ser humano busca su voluntad por encima de la voluntad divina todo termina mal, quizás la evidencia más clara y cruda de esto es la condenación eterna la cual alcanza a todo hombre y mujer sobre la creación, pero…
En el próximo y último episodio de esta serie veremos cómo desde otro huerto vuelven los mismos personajes a escena, y cuál es el papel que jugarán esta vez y cómo afecta nuestras vidas. Avancemos hacia el otro huerto.
Excelente narrativa buen sazón espero con han cías la próxima parte
¡Gracias René por tus palabras! Gloria al Señor. Esperamos tener la próxima semana el siguiente capítulo.
Saludos y bendiciones.