La fe cristiana frente a la corrupción -II Pte.

En la entrada anterior, pudimos abordar las dos primeras acciones que toma la fe cristiana frente a la corrupción. En esta ocasión abordaremos otras dos formas en las que en que nuestros principios como cristianos cobran vigencia en nuestra vida como ciudadanos y combaten de forma abierta la injusticia.

1. CRISTIANOS, PERO TAMBIÉN CIUDADANOS.

Una de las formas más eficaces en la que como cristianos podemos, accionar contra la corrupción, es viviendo de manera ejemplar, respetando y sometiéndonos a las leyes, y las facultades que esta delega en nuestras autoridades, así modelamos a nuestros compatriotas, que una nación con menos corrupción, empieza por cada uno de nosotros y no sólo demandando esto de quienes nos gobiernan. A esto se le conoce como obediencia civil, y aparece de manera muy clara en diversos textos del Nuevo Testamento: Tito 3:1-7, 1 Pedro 2:13-17, Romanos 13:1-8.

Me parece importante señalar, que aún cuando nuestro llamado en primera instancia es el de obedecer a nuestras autoridades e instituciones, no podemos ignorar la realidad del pecado que está presente en toda vida humana, lo cual incluye a los que tienen una prominente instrucción académica y que ejercen cargos de autoridad dentro de las diversas esferas del Estado (Jeremías 17:9, Rom 3:9). Esto en un momento dado y debido a su alejamiento de Dios, puede resultar en la producción de políticas públicas, leyes, fallos y sentencias contrarios a la verdad, es aquí donde nuestra fidelidad debe estar completamente con nuestro Señor (Mateo 22:15-22, Hechos 4:16-20). 

2. DEBEMOS SER PROACTIVOS EN LA VIDA DE NUESTRO PAÍS.

Nuestra tendencia, ante realidades como esta podría ser la de aislarnos o simplemente adoptar la indiferencia, pero deberíamos – o más bien – debemos acudir a la Palabra y reflexionar como Dios claramente revela que nuestra que nuestra fe puede contribuir al progreso social, en este caso particular a la construcción de sistemas más justos y transparentes.

No debemos caer en el optimismo desmedido por la raza humana, pero tampoco en un pesimismo cínico y desesperanzador. Por el contrario, como dijo el teólogo e intelectual inglés John Stott:

«Es imposible perfeccionar la sociedad, pero es perfectamente posible mejorarla.»

Deberíamos buscar aportar todo lo que podamos desde nuestro oficios o formación académica, a fin de beneficiar a los hombres hechos a la imagen de Dios.  En palabras del apologista cristiano David L. Rogers: 

“Evitar el mundo de la política sólo lo abandona a sus propias y ciegas deliberaciones humanas, que acabarán cerrando las oportunidades de servir a Dios glorificándolo en el mundo de la política. Por eso, vayamos hacia una influencia santa en un ámbito en el que el poder y el dinero corrompen, pero hagámoslo con la convicción de que Dios es más grande que los reyes, y que incluso allí nos proporcionará la determinación, la inteligencia, la fuerza y la claridad para ver cómo implementar leyes, normas y proyectos que aboguen por la santidad de la vida y por el nombre de la verdad.”

Es decir, que algunos entre nosotros seremos llamados o llevados para servir a Dios desde el ejercicio de un cargo público, en Estados completamente seculares, como fue el caso de José, Daniel o Nehemías, a quienes Dios usó grandemente y que pudieron mantener sus convicciones en medio de la oscuridad de gobiernos completamente paganos.

Por lo tanto, no menosprecies, el impacto que tienen los valores cristianos para combatir la corrupción, como tampoco subestimes la formación académica que Dios está permitiéndote obtener, ya que, alimentada por una visión bíblica, puede ser instrumento en manos de Dios para influenciar la sociedad (Mateo 5:13). 

Conclusión:

El combate contra la corrupción empieza por luchar contra la tentación de actuar injustamente que está presente en nosotros mismos (1 Pedro 2:11). También con evitar aislarnos de las realidades y en vez de ello, empezar a reflexionar de qué formas podemos impactar e incidir con nuestros principios, sin olvidar que este mundo aún pertenece a nuestro Dios, y tenemos el llamado a mejorarlo para su gloria (Romanos 11:36). 

Autor Invitado: Idris K. Santana C.

Idris tiene 27 años y está cursando el final de Licenciatura en Derecho y Ciencias Políticas, Universidad de Panamá. Entre sus pasatiempos están los deportes y la lectura, su comida favorita son las hamburguesas (rápida), pollo frito, arroz y arvejas amarillas (típica).

 

En Letras Con Sal damos fe de su amor por Cristo y su deseo de ser usado por el Señor a través de su profesión.

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