Como nueva generación de jóvenes profesionales, hemos sido criados para cumplir expectativas. La tecnología avanza y los seres humanos se encuentran compitiendo contra márgenes de error mínimos y altos índices de producción. Esto no solo ocurre a nivel industrial, sino que también se filtra al ámbito corporativo, causando que muchos empleados se sientan presionados a cumplir expectativas y decir “sí” a todo. Sí a más fechas límites por cumplir, sí a más tareas, sí a gestionar eventos. Hemos llegado al punto en el que decir «no» es una opción nula y causa razonable de temor al rechazo, a la imposición o, en el peor de los casos, a ser despedidos. Eventualmente nos cansamos, nos quemamos y finalmente vemos la calidad de nuestro servicio, trabajo, vida personal y actitud deteriorarse.
Sin embargo, en medio de toda esta presión, tenemos una persona que sobrevivió esta presión. Podemos considerarlo el experto de vida y es alguien que puede entendernos. ¡Cristo mismo! Él creó la tierra, multiplicó comida para cientos de personas hambrientas en más de una ocasión, pasó horas sanando a los enfermos, entrenado por su padre en la carpintería, y aun así, sabía cuándo y cómo decir “no”. Jesús establecía límites cuando era necesario, algo que a veces no sabemos hacer. ¡Incluso decimos “sí” cuando deberíamos decir “no”, y “no” cuando deberíamos decir “sí”! Establecer límites es esencial, no solo para protegerte de daños, sino también para otros propósitos. Esto aplica para todos, pero cuando se trata de cristianos, estamos llamados a un estándar más alto.
Entonces, ¿cómo voy a aprender de Jesús el arte de decir “no” en el día a día? Aquí algunos ejemplos:
Decir no al poder
En la tentación de Satanás (Mateo 4; Lucas 4) Jesús rechazó las ofertas de poder, comida y protección de Satanás, diciendo «No» mediante citas bíblicas. ¿Está bien ser ambicioso y querer poder? Por supuesto que sí… si la finalidad es la gloria de Dios. Pero, ¿cómo se ve eso en el trabajo? Buscar una promoción para tener un impacto más directo, amplio y positivo, incluso bíblico, en la industria en la que Dios te ha puesto. O tal vez buscar un mejor salario para no solo llevar comida a la mesa y proveer para tu familia, sino también para llevar comida a la mesa de una familia misionera que sirve a Dios por fe en el extranjero. Otro ejemplo puede ser simplemente tener poder adquisitivo y disfrutar así de los frutos de tu arduo trabajo, como dice Eclesiastés en 2:24, 3:12-13 y 5:18-19. ¡Sí! Incluso esto glorifica a Dios, siempre y cuando le des gloria por ello. ¿Pero qué pasa si el poder se convierte en corrupción? Cuando buscamos una promoción para que otros hagan nuestro trabajo, manipulamos, o porque la idea de estar a cargo es nuestra motivación. O cuando tener poder financiero es alimentado directamente por nuestra avaricia y permitir que el materialismo controle. Es igualmente grave, cuando deseamos el poder para hacer lo que queramos con el fin de satisfacer nuestros propios deseos. Todo me es lícito, pero no todo me conviene. Todo me es lícito, pero no todo edifica (1 Co. 10:23). Ahí debemos decir “no”.
Decir no para centrarnos en nuestra misión
También vemos el ejemplo de Cristo en Marcos 1. Había estado sanando a los enfermos. Más adelante, pasó tiempo con su Padre mientras más personas lo buscaban para milagros. En ese momento dijo “no” y priorizó cumplir lo que vino a hacer: Seguir predicando y difundiendo el conocimiento de Dios.

¿Las personas que nos rodean buscan solo las cosas que les benefician o realmente buscan escuchar la verdad? En ocasiones, debemos dejar a un lado el deseo de caerle bien a nuestro prójimo y priorizar decir la verdad, incluso si resulta incómoda o podría afectar nuestras relaciones. Nuestro propósito es hablar de la gloria de Dios y darlo a conocer. Dios nos colocara en las situaciones correctas donde se abrirán puertas para compartir la verdad (Efesios 2:10). Cuando reconozcamos esa puerta, ¿estaremos demasiado cómodos teniendo conversaciones ligeras? ¿estamos diciendo “no” cuando deberíamos estar diciendo «Sí Señor» para conversaciones importantes?
Decir no a la saturación
Otro momento en que Jesús dijo “no” fue para tener tiempo a solas y descansar. Tengamos cuidado de adoptar la idea de que no debemos amarnos a nosotros mismos hasta el punto de no permitirnos descansar. Esto no es bíblico. La vida de Cristo estuvo lejos de eso. Él fue desinteresado y dio su vida al final, pero ¿sabes qué? también modelo el concepto de descanso. Él conoce mejor la importancia de recobrar fuerzas. En Marcos 6 y Lucas 5, Jesús se retiraba de las multitudes o de sus discípulos para orar y descansar. ¿Estamos diciendo no al agotamiento, o estamos aceptando más tareas en el trabajo? ¿Estamos siendo activistas en la iglesia tanto que ni siquiera tenemos tiempo para nuestras familias? Y, sobre todo, ¿estás teniendo tiempo para verdaderamente restablecerte y buscar a Dios en intimidad? Esto es lo que verdaderamente te recarga… ¿Estás haciendo tus devocionales diarios y hablando constantemente con tu Padre a cuentas propias? ¿Te sientas durante el servicio para escuchar al Señor, o estas tan sumergido en activismo ministerial que no tienes tiempo de recibir?
En conclusión, los creyentes también están llamados a decir “no”. Se nos han dado los recursos para establecer límites, el problema es que tendemos a poner límites solo cuando nos apetece. Decir “no” como seguidor de Cristo es decir “no” con propósito. Estos son límites que nos permitirán lograr nuestro propósito principal: darle gloria a Dios; ya sea cuidando el templo y nuestra relación con el Padre, diciendo no a la avaricia y la corrupción, y estableciendo expectativas claras y ejerciendo autocontrol.
Imágenes: unsplash.com

Autor Invitado: Karissa Gumbs
Hija de Dios, esposa enamorada, Analista de Adquisición de Talento, y miembro de la directiva de CEC (Comunidad de Estudiantes Cristianos) estamento de profesionales.
Es fiel promotora de que tu vida «secular» debe ser congruente con tu vida «espiritual», ¡aun en el trabajo!