Un archipiélago es un grupo o conjunto de islas que están cerca unas de otras y que están rodeadas por agua. Indudablemente, uno de los destinos que quisiera visitar en un futuro cercano es alguno de los archipiélagos de mi país. Son hermosos y el agua – por lo menos en las fotos – se ve cristalina. Curiosamente estos regalos de la naturaleza me recuerdan una escena de la carta a los Corintios, a quienes Pablo les escribió alrededor del año 55 o 56 d.C.
En la recta final de la carta uno de los temas que se atacó fue la división dentro de la iglesia fomentada por la soberbia. Hoy podemos ver un escenario similar al de 1 Corintios 12 en algunas de nuestras amadas congregaciones. Anhelo con este pequeño artículo dejar esta semilla para la reflexión y no señalar o juzgar de corintianos modernos a ningún lector. Todos estamos expuestos.
Novia o Monstruo
El apóstol hace uso del lenguaje figurado para intentar mostrarle a los corintios que la iglesia es como un cuerpo, el cuerpo de Cristo en el sentido de unidad. Funciona como un sistema de varias partes, y en el que todos son necesarios e importantes por la gracia de Dios. No hay lugar para la comparación negativa, la exclusión y el menosprecio. Si leemos con atención el versículo 14 y los que le siguen veremos esta advertencia. Parafraseando las palabras de un predicador que escuché: si el cuerpo de Cristo estuviese compuesto por un solo miembro sería algo monstruoso y aterrador. Imaginemos una mano de 1.70 m, o una nariz de 200 libras. Estoy seguro que ninguno de nosotros quisiera que nuestras congregaciones transmitieran terror y desagrado, sino que luzcan como una hermosa novia el día de su boda.
En el versículo 26 Pablo agrega los nutrientes de cuidado mutuo, humildad, amistad y amor cristiano dentro de la iglesia. Si seguimos la lógica del cuerpo humano ni usted ni yo podemos salir a trotar con un dolor de muelas o con una fuerte migraña. Esa es la idea aquí. Aunque tengamos las piernas sanas y fuertes, estemos en buena forma, si una parte del cuerpo se duele, el resto la resiente.
La indiferencia y el egoísmo son síntomas de mala salud. Esto puede ser abierto o sutil, es decir, simplemente con no acercarme para conocer a mi hermano o hermana en la congregación estoy siendo apático a su vida. ¿Cómo puedo saber si mi hermano se duele o se alegra si lo único que conozco de él es su nombre? Su alegría es la mía, su bendición es bendición para mí también. Por ejemplo, ¿qué opinas si, como líder juvenil, asistes a la graduación de uno de tus chicos o le acompañas en un momento de luto? Eso deja una huella más fuerte que un estudio bíblico de sábado por la tarde.
Protesta o mensaje
“Ya tengo mi grupo de amigos en la iglesia” “No todos tenemos la misma afinidad” “¡Pero si yo saludo a todo el mundo!” Puedo escuchar en algunos de ustedes estos pensamientos en estos momentos. No niego que es más fácil conectar con personas contemporáneas o de intereses en común, es cierto, sin embargo, la disposición general de acercarse y ser comunidad no es opcional.
Nuevamente, ¿cómo disfrutas de esta bendición del cuerpo de Cristo si lo reduces a un grupito? O, por otra parte, si solo vemos como cuerpo a los que pertenecen a nuestra denominación, nuestra isla.
Si nos cuesta relacionarnos con personas a las que amamos en la fe y viceversa, con quienes estamos conectados como cuerpo, cuánto más nos costará hacer relaciones para compartir el evangelio con personas a las que no conocemos ni muchos menos nos aman.
La iglesia cristiana no puede ser una isla inmensa separada de la sociedad que la rodea. No se esconde una luz debajo de una mesa ni retirada en una isla que, por más paradisíaca que pretenda ser, termina obsoleta en el reino de Dios.
Un camino mejor
En 1 Co. 12:31 el apóstol va concluyendo la exhortación. Ellos enfatizaban los dones y capacidades individuales. Hoy día podemos destacar ciertos ministerios y subestimar otros que no sean tan importantes desde nuestra perspectiva, y por lo general, esas categorizaciones van acompañadas de distanciamiento entre las partes del cuerpo que se consideran a sí mismas más dignas o relevantes en la congregación. Quiero resaltar como lo plantea esta versión:
“Busquen tener los dones del Espíritu que ustedes consideran mejores. Pero yo quiero mostrarles una manera de vivir que es mucho mejor”.
El amor. Es el tema principal en el capítulo que sigue de 1 Corintios y que Pablo desarrollará de forma brillante. El amor es acción y es salud en la iglesia. Es lo que me mueve a conocer a esa hermana anciana que tiene años en la congregación, pero que solo la saludo como parte del programa; el amor es lo que me permite entender que necesito de todos los ministerios. Es la medicina para combatir la mentalidad de grupitos (mini cuerpos) en una congregación cristiana. El amor convierte los archipiélagos en un solo terreno unido entre sí en una misma base y siendo luz al mundo.
Siendo honesto con ustedes, y sin querer sonar poco espiritual, me emociona más visitar algún archipiélago o isla de Grecia que ir a las ruinas de Corinto. Esas islas son hermosas, pero más hermoso y glorioso es ver a una iglesia unida como una sola familia. Sin islas llenas de náufragos ministeriales, sino como un solo cuerpo.
Te invito a que reflexiones en lo siguiente: una persona que acaba de incorporarse a tu congregación cuánto tiempo debe esperar hasta que te acerques a ella para conocerla y entablar una amistad. ¿Eres miembro del cuerpo o eres una isla?
Me gustó el artículo. Sigan así!
¡Qué gusto saberlo! Gracias por leernos, Débora.
Dios te bendiga, saludos.
Excelente reflexión hnos, y aplica a nuestras Iglesias en la actualidad. Siempre tuve esa inquietud desde q conocí y me entregué al Señor, veía esas islas, y me decía porqué, si somos una sola unidad en Cristo. Definitivamente q el apóstol Pablo Trata este asunto de una manera especial y sobre todo termina con el Amor, el amor lo es todo, la preminencia es el amor. Gracias hnos por esta reflexión q edifica nuestras vidas Elba y Libardo.
Gracias Elba y Libardo por su retroalimentación.
Un abrazo, saludos!