Mi abuela materna vivió gran parte de su vida adulta en Los Estados Unidos de América. Hace un tiempo atrás, como ella tenía ya varios años fuera de casa en Panamá, mi familia decidió visitarle. Debían enfrentarse al temor de muchos “el cuco”, la entrevista para solicitar una visa americana.
Cierto día después, muy temprano por la madrugada ya estaban listos mis padres y mis dos hermanos menores para su cita, yo había estado orando por ellos, incluso durante esa madrugada en la que experimente la convicción de parte del Señor de reunirlos para orar como familia. Dios trajo a mi corazón y mente el pasaje de Tesalonicenses que dice: Estén siempre contentos. Oren en todo momento. Den gracias a Dios por todo, porque esto es lo que él quiere de ustedes como creyentes en Cristo Jesús (1 Tesalonicenses 5:16-18)
Imagínese esa escena: 4:00 a.m., en pijama, reuniendo a mi familia no cristiana para agradecer a Dios. Yo estaba segura de que debíamos hacerlo (el texto dice que eso es lo que él quiere de nosotros), porque su Palabra es verdad. Seguramente al principio pensaron que no estaba bien de la cabeza, pero aceptaron orar. Para mí, ese ya era un gran motivo para agradecer a Dios, de alguna forma mi familia creyó que existe un Dios poderoso que escucha nuestras peticiones. Cuando terminamos de orar, mi madre dijo que sin importar lo que pasara esa mañana, ella estaba agradecida con Dios por la oportunidad de solicitar la visa, ¡que hermoso!, y después me dijo a mí: Muchas Gracias.
Todos hemos estado alguna vez frente a situaciones que requieren decisiones, y a veces estas no dependen de nosotros. Hemos vivido momentos alegres y otros muy tristes, pero podemos descansar en la fidelidad de Dios y dar gracias, muchas gracias; porque Dios siempre sabe lo que es mejor para nosotros.
Yo doy muchas gracias al Señor, porque solo el hecho de poder orar con los míos antes que saliera el sol ese día, fue una bendición irremplazable. Aún sigo orando por la salvación de sus vidas, sin embargo, no olvido que pude mostrarles a Cristo y sembrar esa semilla de gratitud y petición.
Seguramente tienes una larga lista de gratitud hacia Dios en este día, pues, te animo a que como dice el Apóstol Pablo, estés siempre gozoso (v.16) y a que no falte en tus labios un “gracias a Jesús”, por su amor y por todas sus bondades. Compartamos este mensaje preguntándole a los que están cerca de nosotros, y tú, ¿Por qué estas agradecido hoy?