Hace unas semanas mi esposa observó en un árbol de mango que hay justo detrás de la casa, un grupito de algodón colocado entre unas ramas que formaban un vértice en una parte bastante alta del árbol. Era un nido de azulejos probablemente, construido a base de algodones ubicado entre unas ramas delgadas que están apuntando hacia afuera, tan afuera que es visible desde el suelo sin hacer mucho esfuerzo, ya que está bien expuesto. Recordé que para ese mismo tiempo algunas mañanas me había encontrado con algunas pelotitas de algodón en el suelo detrás de la casa, sin embargo, no me imaginaba de que se trataba de un nuevo proyecto en construcción unos cuatro o seis metros sobre mi cabeza. Me hace pensar en el texto de Mateo 6, en donde el Señor Jesús les dice a los discípulos no se preocupen por la comida ni por la bebida que necesitan para vivir, ni tampoco por la ropa que se van a poner (Mt. 6:25 – PDT) advirtiéndoles que evitaran afanarse o preocuparse por las cosas básicas para vivir porque el Padre celestial cuida de todos estos detalles, y de inmediato utiliza un ejemplo de la naturaleza que disfruta de ese cuidado de Dios Padre: las aves.
Considerando los vv. 26-27, creo que aún hoy es válido este ejemplo que utilizó Jesús, las aves no tienen un contrato de trabajo, no cumplen una jornada laboral, mucho menos tienen planes de ahorro en un banco, pero nunca les falta alimento, dudo que tengan en algún momento de sus plumíferas vidas necesidad de ayuda psicológica o terapia contra el estrés.
Por cierto, además de construir nidos a base de materiales no recomendables por nosotros, estos amigos cantan muy bien. Que mejor manera de cerrar esta reflexión con un canto basado en este pasaje de Mateo 6 recordando el coro de un himno conocido y muy lleno de verdad. Que esto pueda ser una realidad en nuestras vidas en medio de los afanes y preocupaciones del día a día. Este nido ha servido para recordarnos a mi esposa y a mí que Dios cuida de nosotros.
¡Feliz, cantando alegre,
Yo vivo siempre aquí;
Si Él cuida de las aves
Cuidará también de mí!
Amén, no hay mejor actitud, que depositar toda nuestra confianza en el Señor y vivir de lo necesario, que como se recalca en el escrito, Dios es quien nos suple cada día.